miércoles, 27 de abril de 2011

(2)

Las risas, los llantos, las voces y los susurros desaparecen al paso del nuevo día. Todo comienza a despertar de su letargo, excepto los sentimientos que aprisionan con fuerza el frágil corazón para no dejarle marchar, para no dejarle vivir, para no ser feliz, para no volver a sufrir.
Él se deshace de todo, perdiendo su huella en una gran nube elevadiza sin destino. Deja todo menos una cosa, una foto que apodera y aferra entre sus manos. Según camina hacia el este, no para de repetir una y otra vez "Pierde el rumbo de tus pasos, pierde el rumbo de tu tiempo, pero siempre atesora tus sueños, deseos y silencios".
Miles de voces repiten incesantes su nombre, pero él cierra los ojos y camina firme en su rumbo: el este. Las voces no cesan, el paso no deja de acelerar pero entre la multitud de gente distingue tu voz.
Se paró en seco, clavó las rodillas en el suelo y alzó la cabeza al cielo. Los tacones lejanos empezaron a ser cercanos, los sentimientos empezaron a volver a florecer... Pero el rumbo que se había marcado le hizo no volver a caer en la tentación de tus besos, tus labios, tus caricias, tus abrazos.
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1 comentario:

  1. En serio, o pones una letra más normal y más grande o lo va a leer Peter.

    ¡Un abrazo de Pedobear para lo que queda de día :)!

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